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La artroscopia de tobillo se realiza a través de dos o tres pequeñas incisiones. Durante el procedimiento, el cirujano ortopédico introduce el artroscopio en la articulación del tobillo, que envía la imagen al monitor de televisión en que se ven las estructuras con gran detalle para poder reparar o quitar tejido lesionado, lo que se lleva a cabo utilizando la instrumentación específica. El procedimiento generalmente dura de 30 minutos a un poco más de una hora en función de los hallazgos y del tratamiento a practicar.
Las complicaciones de la artroscopia de tobillo son sumamente raras; con todo se pueden dar casos de infección, trombosis o acumulo de sangre en la articulación; por ello se debe acudir al cirujano ortopédico en caso de fiebre, escalofríos, enrojecimiento del tobillo, dolor persistente o en aumento y en caso de dolor y enrojecimiento de la pantorrilla.
La recuperación de la artroscopia de tobillo es mucho más rápida que la cirugía abierta. El periodo de estancia hospitalaria es de 12-24 h y según la patología tratada puede precisar el uso de muletas y la descarga de la extremidad durante algunas semanas.
Excepto en el caso de una reconstrucción de ligamentos o de cirugía de la osteocondritis del astrágalo o la tibia, el paciente puede reintegrarse a su actividad laboral habitual a los 15 días o antes si el trabajo es sedentario. Las actividades de más alto impacto deben evitarse durante un tiempo prudencial así como la actividad laboral si es muy solicitante físicamente. El resultado final de la cirugía será determinado por el daño hallado en la articulación como en el caso de que el cartílago articular esté muy deteriorado; en este caso el resultado habrá que recomendar al paciente un cambio en su estilo de vida, lo que puede significar limitar sus actividades y buscar alternativas de ejercicios de bajo impacto.